sábado, 16 de diciembre de 2017

Ella caminó por el pasillo, como todos los miércoles, para encontrarse.
Él, usurpador de sueños clandestinos. Ella, amante de las historias con olor a caramelo. Los dos, adoradores de lo prohibido.
La magia los envolvía mientras sus cuerpos se desvanecían en caricias y descubrimientos. El sabor del otro los embriagaba. El más no bastaba. La piel, los besos, el susurro; los enloquecía.
Estallar y desarmarse para volverse a armar y estallarse.
Amor, amarse. Enamorarse.

Ella caminó por el pasillo, como todos los miércoles, para alejarse.

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