miércoles, 17 de mayo de 2017

Hay noches donde la fantasía y el cuerpo son cómplices. 
Ellos te exploran, te anhelan, te tocan, te desean te inventan.
El alma se divierte, disfruta pero se esconde.
Ella quiere, primero ver tu rostro, saber quién sos; después sumergirse en tu mirada. Y, a lo mejor, dejarse volar hasta sentirse volada.
El cuerpo atravesado por la palabra.
El dolor al escribir.
El efecto afectado de la soledad.
El impulso agobiado por la incredulidad.
El juego engominado de querer flotar. 
El secreto escapado entre sílabas,sin poder frenar.
La vulnerabilidad protagonista, transpirando su incomodidad.
El llanto no tiene espacio.
La espontaneidad se refugió, no es su hora.
Lo incierto de lo nuevo pinta el espacio con líneas de brea.
El siempre lo mismo, a cada segundo.
El dulce impulso de querer ayudar, acompañar.
La vida entusiasta que quiere girar.
Y, el anhelo apasionado de querer encontrarte.
No sé dónde estás, pero te pido no te vayas sin decirme adónde vas.